Los seres humanos amamos clasificar pues da seguridad y poder. Existen clasificaciones para todo y, conforme un tema se vuelve más complejo, adquiere más categorías. El encasillamiento inicia con el nacimiento, niño o niña, luego mujer u hombre; la orientación también se encajona: heterosexual, homosexual, bisexual, asexual y una larga lista más que sólo dicen comprender expertos en género y sexualidad (pansexual, omnisexual, plurisexual, demisexual, hiposexual, grisexual, etcétera); todo se cataloga para facilitar la comprensión. Hay ocasiones en que no se sabe a qué casilla pertenece algo, sin embargo, sí se sabe a cuáles no. El feminismo, como estudio científico de género, ha adquirido diversas corrientes a través de los años, desde las más impetuosas (por no utilizar radicales, ya que considero todo feminismo como radical de acuerdo con las primeras cuatro definiciones que ofrece el DRAE, no con la quinta) hasta las más amables. El problema con estas diversas categorías del feminismo es que si el perteneciente a una de ellas no conoce las demás, podrá recurrir a tildar a miembros de otros tipos de feminismos como ‘no feministas’.
Cantantes y actrices, como Nicki Minaj, Beyoncé y Taylor Swift, se han proclamado feministas y por ello han sido criticadas como mercenarias, ya que se dice utilizan el término sólo para empatizar con algunos sectores y no por pertenecer al movimiento ‘genuinamente’, pero… ¿qué te hace un feminista real? A lo largo de su carrera, Nicki Minaj se ha nombrado feminista, pero ¿cómo es posible que una mujer quien cumple con el estereotipo sexual del deseo masculino y quien no muestra sororidad alguna en sus letras, sea feminista? Gran parte del feminismo de Nicki Minaj se adapta a algo que me gusta llamar “feminismo inconsciente”, termino que utilizo para denominar actos de feminismo que no se hacen como protesta o explícito acto perteneciente al movimiento, sin embargo, empoderan al género femenino. Nicki Minaj con su hipersexualismo transmite que la búsqueda de la sensualidad, no por atraer la atención del género masculino, sino por el simple hecho de amar nuestro cuerpo y darle placer, es correcta; con las letras de sus canciones transmite que el deseo sexual también es tema femenino. Así me siento identificada cuando admiro mi cuerpo, cuando me veo en el espejo y me gusta lo que veo: mi vientre, mi color de piel, mis senos, mi clavícula y mi esternón; cuando quiero mantener mi cuerpo saludable y bello para seguir amando lo que veo. Nicki Minaj, mujer negra triunfando en una industria musical exclusiva para los hombres, ilustra la posibilidad de toda mujer de apoderarse de cualquier área, a pesar de las ininterminables críticas. Así el feminismo inconsciente está presente en actos de mujeres de todos los sectores que no se han proclamado feministas, ya sea por desconocimiento o por decisión, pero reclaman el valor del género femenino. Por ejemplo, aquellas mujeres quienes tienen que recorrer calles a pie y no escatiman en responder a hombres que las insultan o intimidan en las calles, apropiándose así de su derecho de transitar sin ser molestadas; o aquellas que sin importar que usarán transporte público o caminarán por el centro de la ciudad, se visten como quieran, negando el miedo y reclamando el derecho a usar la ropa que gusten. Yo dejé de depilarme los muslos y mi razón está muuuy alejada de una protesta al prototipo de mujer perfecta lampiña, lo hice porque amaba cómo los delgados vellos de esta parte de mi cuerpo resaltaban en mi blanca piel y cómo el sol hacía que brillaran. Esa fue mi razón y no me importó nada más, con la decisión manifiesto al mundo el poder que tengo sobre mi cuerpo y cómo desatiendo los estereotipos. Sin embargo, continúo depilando los vellos de mis chamorros, no porque me importe la crítica que podría recibir, sino porque me desagrada que los vellos en esa zona crecen gruesos y pican; sigue siendo mi decisión. Con estos actos considero que las mujeres marcan una pauta al manifestar al mundo que ellas deciden sobre su cuerpo y su vida. Considero además que, en algunos casos, estos actos inconscientes de feminismo pueden tener más energía y con ello más efectos que las expresas demandas feministas. Conocer a una chica que reconoce su belleza, inteligencia y salud mental transmite fortaleza en todos los ámbitos en que se desenvuelva.
Por último, quiero resaltar lo absurdo que me parece esta ola de mujeres y hombres evitando proclamarse feministas debido a la propaganda negativa que se ha hecho al concepto o al miedo que se tiene por algunos tipos de feminismos. He presenciado pláticas en las cuales una mujer niega ser feminista por la presión irónica de sus compañeros, usualmente varones, optando por proclamarse “humanista”, al considerarlo un término más amable. En las redes sociales existe una persecución y mofa a perfiles feministas, cayendo en insultos y agresiones. ¿Acaso no es obvia la imperante desigualdad de género? ¿No es obvio que a todas las acciones afirmativas que las legislaturas –locales y federal- intentan imponer no son suficientes para fomentar la igualdad en varias instituciones? ¿Las personas que critican el feminismo nunca han escuchado la intimidación que sufre una mujer al caminar por la calle? ¿Acaso se tapan los oídos y cierran los ojos cuando la opinión de una mujer es minusvalorizada SÓLO por su género? ¿Tan idiotas son para comparar los miles de feminicidios ocurridos en el país con los, igual de trágicos pero de otra especie y causa, homicidios de hombres por mujeres? Cualquiera que se atreva a decir que en el mundo actual existe igualdad de género carece por completo de empatía, cualquiera que se mofe de una persona por proclamarse feminista no merece respeto alguno. Soy feminista y no pienso temer más por admitirlo. Soy feminista porque sé que el régimen patriarcal también afecta la libre decisión de mis amigos y conocidos varones, quienes tienen impedido mostrar sentimientos y debilidad, quienes deben mantener un pesado disfraz de fuerza. Soy feminista porque no quiero sentir más pena de mi sexualidad y mi manera de expresarla. Tal vez no tenga un manejo científico de la teoría feminista y sus diversas ramas; tal vez para muchos sectores feministas mis premisas puedan ser criticadas como heteropatriarcales y falocéntricas, sin embargo, soy feminista. Creo que lo peor que han hechos diversos feminismos es segregar, dividir el movimiento; cuando, desde mi perspectiva, la mejor manifestación de feminismo es el feminismo pedagógico, aquel que sabe que todos nacimos en este mismo mundo patriarcal y todos, hombres y mujeres, recibimos educación misógina, ya sea en nuestra casa, escuela o entorno general, por lo tanto, todos debemos aprender cómo construir un mundo igualitario, donde se tenga acceso a las mismas oportunidades sin importar qué genital se tenga entre las piernas. Sé que de cualquier feminismo se puede obtener frutos, desde el lesbofeminismo terrorista hasta una plática de chicas clasemedieras en un fancy café, sólo hay que tener criterio. Por eso concluyo con la invitación a todo aquel que reconozca la desigualdad social y se indigne de ella a proclamarse sin miedo ni vergüenza como feminista, y así reivindicar el concepto, arrebatándoselo a aquellos que se burlen de él o a aquellos que crean tener la última palabra en cómo se debe comportar un feminista.